Contar lo que ocurre arriba de un escenario es uno de los mayores retos que tengo como fotógrafa. Los espectadores ya están ahí, muchas veces con los cinco sentidos, pendientes de cada emoción, cada melodía, cada gesto o cada silencio. Mi labor es capturar la esencia de la historia que se está desarrollando, y trasladarla a la fotografía, impregnarla, y dejar que, pasado el tiempo, siga llevándonos a ese momento.